Chiesa di San Domenico di Chiusano

La iglesia de San Domenico di Chiusano se alza en la montaña del mismo nombre, cerca de los restos del castillo.

No existen muchos documentos sobre sus orígenes, pero sin duda pueden remontarse al castillo cercano y a la conversión de los lombardos al catolicismo. Tampoco se descarta que los materiales utilizados para construir la iglesia fueran extraídos de las poderosas murallas de la fortaleza. Antes del terremoto del 23 de noviembre de 1980, el edificio religioso contenía: cuatro altares, un lienzo con efigies de la Virgen y Santo Domingo, lápidas de mármol conmemorativas del obispo Reppucci y la tumba de la princesa María Cristina Carafa; todo ello se perdió irremediablemente en el terremoto. 
Sin embargo, en la actualidad aún se conservan pinturas que representan la vida y los milagros de los santos venerados por la comunidad y que pueden admirarse en las paredes laterales.

La iglesia de San Domenico está vinculada, en particular, a una leyenda que se ha transmitido durante generaciones en Chiusano. Se dice, de hecho, que una mujer, que en un principio se creía muerta, fue enterrada en el sótano de la iglesia donde habitualmente se enterraba a los hermanos. Despertada casi milagrosamente, la mujer se encontró con tres cadáveres a su lado y, tras su consternación inicial, intentó, con todas sus fuerzas, levantar la pesada piedra que cerraba su tumba con unos trapos en forma de corona, enrollados sobre su cabeza. Su intento fue en vano y cuando, varios años después, se abrió la tumba, los habitantes encontraron un esqueleto con harapos en la cabeza, dándose cuenta así del triste destino que había corrido la mujer.

Entre los rasgos indelebles de una leyenda inagotable y las huellas borrosas de una historia secular perdida en el tiempo, la iglesia de San Domenico sigue siendo uno de los símbolos más significativos de la comunidad de Chiusano.