Duomo di Avellino

La catedral de Avellino, situada en la plaza del mismo nombre, está dedicada a Santa María Assunta in Cielo y a los santos Modestino, Fiorentino y Flaviano.

Edificio de gran importancia arquitectónica e histórica que data del siglo XII, la Catedral conservó su estilo románico hasta finales del siglo XVII, cuando, tras varias transformaciones y restauraciones a manos del obispo Francesco Gallo, se convirtió en barroca. 
En el siglo XIX, la fachada de la catedral fue objeto de nuevas obras hasta adquirir su actual aspecto neoclásico, blanco y gris. La planta original del edificio religioso, en sus líneas esenciales, ha permanecido intacta hasta nuestros días, aunque las numerosas transformaciones que ha sufrido a lo largo de los siglos han alterado la esencialidad de su estilo original.

Especialmente fascinante e impresionante es la Cripta de la Catedral, que ha conservado su estilo románico a lo largo de los siglos. Data del siglo VI y se conoce también como Iglesia de Santa Maria dei Sette Dolori o Cripta de Nuestra Señora de los Dolores y se caracteriza por su estructura de tres naves, separadas por columnas de piedra, y por la presencia, en el techo, de frescos del siglo XVIII del pintor Angelo Michele Ricciardi que representan escenas de la vida de San Modestino.

A pesar de los diversos acontecimientos luctuosos que la capital de la Irpinia ha tenido que afrontar a lo largo de su historia, como guerras, incendios y terremotos, la catedral de Avellino es el único monumento que ha logrado sobrevivir desde los orígenes de la comunidad hasta nuestros días, mostrando todavía su belleza y majestuosidad.