Lapio

El municipio de Lapio se encuentra en la zona del Valle del Calore. Es un pueblo de 1700 habitantes, situado a 480 metros sobre el nivel del mar y a 20 km de Avellino. El territorio abarca 15,25 km² y los municipios vecinos son: Chiusano di San Domenico, Luogosano, Montefalcione, Montemiletto, San Mango sul Calore y Taurasi. 
La etimología del nombre procede, según algunos, de la palabra latina lapideum, que significa «rocoso», término que más tarde se transformó en Lapio; otros, sin embargo, afirman que el nombre deriva del Fiano di Avellino DOCG, producido en esta tierra, precisamente en la zona agrícola conocida como «Apia», correspondiente al territorio del actual Lapio, del que deriva el término «Apiano». Sus habitantes se llaman lapiani y San Pedro Mártir es su patrón. 
 

LUGARES DE INTERÉS

    Palacio Filangieri: residencia ilustre cuyos orígenes se remontan a la época normanda.
    Puente del Príncipe: obra excepcional sobre el río Calore, a lo largo del ferrocarril Avellino-Rocchetta, que representó el triunfo del progreso en 1893.
    Iglesia de Santa Catalina Virgen y Mártir: fachada con pilastras y cornisas, alberga la tumba del cardenal Giuseppe Caprio.
    Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves: construida en 1598, fue totalmente reconstruida en 1903, con ladrillo y mármol.
    Iglesia de San José: su interior, de una sola nave, contiene un órgano del siglo XIX.
    Iglesia de Loreto: edificio de culto, presenta todos los elementos característicos de la arquitectura de finales del siglo XIX.
    Iglesia del Carmine: edificio religioso que no se levanta sobre una estilóbata, característica que le confiere una sensación de humildad y acogimiento.
    Zona arqueológica: situada cerca del antiguo convento de Santa María de los Ángeles, la gente de Lapio la denomina «cementerio viejo».
    Casco antiguo: caracterizado por edificios históricos, placitas y callejuelas estrechas, vivos testimonios de las raíces de Lapio. 
     

EVENTOS

    Fiano Love Fest: fiesta del vino en el pueblo de Lapio con puestos de las bodegas más importantes de la zona, que se celebra el primer fin de semana de agosto.
    Los Misterios de Lapio: una procesión que hunde sus raíces en siglos pasados y es una tradición de Semana Santa.
    Senderismo por los viñedos: actividad deportiva natural de senderismo durante la vendimia. 
    Le Lumanerie di Santa Caterina: encendido de hogueras en las calles del pueblo al paso de la Santa, incluyendo una entrega de premios a la hoguera «más brillante» y una velada de música popular con brasas, platos típicos y vinos blancos.
    Fireworks Train: espectáculo pirotécnico en el Puente del Príncipe. 
     

PLATOS Y PRODUCTOS TÍPICOS

     Fiano di Avellino DOCG: uno de los mejores vinos blancos de Italia y del mercado internacional.
     Miel: premiada como la mejor miel del mundo en el International Honey Quality Competition.
     Irpinia Colline dell'Ufita DOP: aceite de oliva virgen extra procedente en gran parte de la variedad Ravece, caracterizado por un agradable sabor amargo y picante.
     Mogliatielli: a base de tripas de cordero lechal (tripas e intestinos). 
     

DATOS CURIOSOS

El puente del Príncipe de la línea ferroviaria Avellino-Rocchetta Sant'Antonio, suspendido sobre el río Calore, se construyó en 1893 con la misma técnica de construcción que la Torre Eiffel. 
 

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Los asentamientos en el Valle del Calore se remontan al año 181 a.C., cuando los cónsules romanos Publio Cornelio Cetego y Marco Bebio Tamfilo subyugaron a los Liguri Apuani y ordenaron su deportación a Sannio, pero también a partes de Irpinia. De hecho, algunos afirman que la propagación de la vid Apuana (de la que aún hoy se elabora el famoso vino Fiano) en estas zonas puede atribuirse a los Liguri Apuani. 
Sometido a varios dominios feudales, Lapio conserva uno de los testimonios más importantes de la época renacentista en Irpinia: el castillo, situado en el corazón del antiguo pueblo y que fue transformado, tal y como lo vemos hoy, tras la abolición de los feudos por José Napoleón en 1806.

 Un puente suspendido, tan simbólico como poderoso, una conquista del mundo por el ingenio humano, que anima a Lapio con una emoción por vivir.