Chiesa e convento di santa Teresa

Se encuentra en la parte alta del barrio de Sorbo, junto a la carretera que lleva al Convento de los Capuchinos. 
La iglesia denominada «SS. Crocifisso» y conocida con el título de «Santa Teresa», fue erigida en 1686 en la aldea de Sorbo Soprano gracias a la munificencia de la familia Ronca, de Solofra, dominante en la aldea, por encargo de Donato Antonio.

El convento adyacente se construyó en 1692 y se terminó en 1697 a instancias del canónigo de Solofra y protonotario apostólico Giovan Vittorio Ronchi, que fue enterrado en la iglesia en 1742. En 1703, se convirtió en monasterio de clausura.

La iglesia representa uno de los mejores ejemplos de arquitectura sacra de Solofra, ya que el constructor, que se desconoce, edificó la planta sobre una matriz octogonal, lo que confiere al lugar un marco arquitectónico absolutamente original para la Solofra de la época. La fachada del siglo XVIII está dividida en dos registros por cornisas salientes; en el registro inferior hay un enorme portal de madera de castaño coronado por un arco sostenido por pilares de piedra al que se accede por una escalera de piedra, también muy reducida desde los bombardeos de la última guerra. El interior tiene forma de cruz griega y contiene el cuadro de la «Crucifixión» (1686) de Francesco Solimena, colocado en un altar lateral de mármol policromado, espléndido ejemplo de la artesanía barroca napolitana; en el altar opuesto está el cuadro sobre lienzo firmado por el pintor de Solimena, Paolo di Majo; también destaca la estatua de madera policromada de «Santa Ana con la Virgen Niña», del taller de Giacomo Colombo. Por último, cabe señalar que en el interior de la iglesia se veneran los huesos de la virgen y mártir Eusebia, traídos por el fundador desde las catacumbas de Roma.

El monasterio ha estado regentado hasta hace unos meses, desde su construcción, por monjas carmelitas que han realizado obras de caridad y atención a la infancia. Sin embargo, con el paso de los años, también como consecuencia de la crisis vocacional, el número de monjas que regentaban el convento fue disminuyendo paulatinamente. En la actualidad, después de casi cien años, las monjas carmelitas han abandonado definitivamente el convento, habiendo sido llamadas a la casa general de las monjas carmelitas en Roma.